Presidente de la Sala de lo Social del TSJC con sede en Las Palmas
—En estas jornadas organizadas por la Cámara de Comercio, ha disertado sobre las modificaciones de los despidos colectivos y los objetivos después de la reforma laboral. Para los mortales que nos leen, ¿cuáles serán los nuevos parámetros que nos vamos a encontrar?
la reforma laboral limita mas los derechos de los trabajadores
—Después de estudiarla, entiendo que lo que ocurre es que el despido disciplinario no lo toca, el colectivo, en cambio, lo abarata, al igual que el objetivo, que ahora resulta más fácil. Es una reforma que da una de cal y otra de arena, poniendo límites al contrato temporal pero que en el fomento de los empleos indefinidos se reducen aún más los derechos de los trabajadores.
—Se habla del modelo alemán, del austríaco... pero la realidad española es compleja, independientemente de los altos niveles de paro.
—La patronal siempre ha dicho que el despido es muy caro, pero antes era 60 días por año, luego 45, después 33 y ahora de esos 33, ocho los paga el Estado y 25 la empresa. Se ha querido llevar a cabo el modelo austríaco, caracterizado por las indemnizaciones, creando una especie de hucha para los despidos, formación constante, etc. En otros países funciona, pero hay que ver cómo nos va a nosotros.
—Los litigios laborales se multiplican como la espuma.
—Con todas estas reformas y coyunturas, la economía se comporta como un suflé. Va creciendo de manera efervescente para luego desinflarse de manera inexorable. Se ha notado muchísimo ese aumento, sobre todo en temas de despidos. El aumento puede calibrarse entre un 30 y 40 por ciento, por lo que es una auténtica barbaridad.
—Eso contrastará con las ya cacareadas carencias de medios que los funcionarios y los jueces siguen sufriendo. ¿Ha mejorado la situación en los últimos meses?
—Es cierto que las administraciones han hecho un esfuerzo enorme, pero estábamos en el Neolítico antes y ahora apenas hemos alcanzado el Renacimiento. Todavía queda para alcanzar la era de la información. El sistema no tiene, a día de hoy, mecanismos de refuerzos para agilizar el trabajo.
—¿Puso la huelga de 2009 de jueces y magistrados el dedo en la llaga de dicha problemática?
—Ese acontecimiento ayudó a que la ciudadanía viera de otra forma la cuestión, que en realidad los magistrados tienen que emplear más horas que nunca en su trabajo, por lo que necesitamos nuevas herramientas. Hay mucho trabajo empantanándose en los juzgados. Tanto el Ministerio como el CGPJ tardan en responder por los evidentes problemas económicos que estamos padeciendo todos. Faltan órganos judiciales para ello porque los juristas no pueden hacer más.
—Usted es miembro de la Asociación de Jueces para la Democracia, ¿cómo ve la situación de los sindicatos judiciales en la actualidad?
—Ahora, después de lo acontecido en el pasado año, se vive una cierta unidad por primera vez. Pero claro, estamos luchando en un momento difícil de reivindicar.
—Y ya que estamos de huelgas y sindicatos, ¿cuál es su valoración del pasado 29-S?
—Mire, la huelga general tiene una razón de ser. En este caso se capitalizaba en la reforma laboral. Pero tengo la sensación de que ni los sindicatos querían que fuera un éxito absoluto ni el Gobierno quería que fuera un fracaso absoluto. Y después de este trance, lo más seguro es que no va a pasar absolutamente nada.
—Entonces, ¿debemos quedarnos con la idea de que esta reforma es un error?
—Yo soy partidario de que no se hagan las reformas cuando hay crisis, que es al final lo que siempre se hace. Lo ideal es plasmarla en frío, cuando va bien la economía. Y en este caso, se va hacia un documento que va a perjudicar nuevamente a los trabajadores.
—Cambiando de tercio hacia algo más trivial, ¿es cierto que es usted presidente del Club de Tenis de Gran Canaria?
—Pues sí. Hace apenas un mes que llevo al frente de la institución y lo asumo con la ilusión de revitalizar un deporte que en la isla ha dado grandes promesas en el pasado.
—En estas jornadas organizadas por la Cámara de Comercio, ha disertado sobre las modificaciones de los despidos colectivos y los objetivos después de la reforma laboral. Para los mortales que nos leen, ¿cuáles serán los nuevos parámetros que nos vamos a encontrar?
la reforma laboral limita mas los derechos de los trabajadores
—Después de estudiarla, entiendo que lo que ocurre es que el despido disciplinario no lo toca, el colectivo, en cambio, lo abarata, al igual que el objetivo, que ahora resulta más fácil. Es una reforma que da una de cal y otra de arena, poniendo límites al contrato temporal pero que en el fomento de los empleos indefinidos se reducen aún más los derechos de los trabajadores.
—Se habla del modelo alemán, del austríaco... pero la realidad española es compleja, independientemente de los altos niveles de paro.
—La patronal siempre ha dicho que el despido es muy caro, pero antes era 60 días por año, luego 45, después 33 y ahora de esos 33, ocho los paga el Estado y 25 la empresa. Se ha querido llevar a cabo el modelo austríaco, caracterizado por las indemnizaciones, creando una especie de hucha para los despidos, formación constante, etc. En otros países funciona, pero hay que ver cómo nos va a nosotros.
—Los litigios laborales se multiplican como la espuma.
—Con todas estas reformas y coyunturas, la economía se comporta como un suflé. Va creciendo de manera efervescente para luego desinflarse de manera inexorable. Se ha notado muchísimo ese aumento, sobre todo en temas de despidos. El aumento puede calibrarse entre un 30 y 40 por ciento, por lo que es una auténtica barbaridad.
—Eso contrastará con las ya cacareadas carencias de medios que los funcionarios y los jueces siguen sufriendo. ¿Ha mejorado la situación en los últimos meses?
—Es cierto que las administraciones han hecho un esfuerzo enorme, pero estábamos en el Neolítico antes y ahora apenas hemos alcanzado el Renacimiento. Todavía queda para alcanzar la era de la información. El sistema no tiene, a día de hoy, mecanismos de refuerzos para agilizar el trabajo.
—¿Puso la huelga de 2009 de jueces y magistrados el dedo en la llaga de dicha problemática?
—Ese acontecimiento ayudó a que la ciudadanía viera de otra forma la cuestión, que en realidad los magistrados tienen que emplear más horas que nunca en su trabajo, por lo que necesitamos nuevas herramientas. Hay mucho trabajo empantanándose en los juzgados. Tanto el Ministerio como el CGPJ tardan en responder por los evidentes problemas económicos que estamos padeciendo todos. Faltan órganos judiciales para ello porque los juristas no pueden hacer más.
—Usted es miembro de la Asociación de Jueces para la Democracia, ¿cómo ve la situación de los sindicatos judiciales en la actualidad?
—Ahora, después de lo acontecido en el pasado año, se vive una cierta unidad por primera vez. Pero claro, estamos luchando en un momento difícil de reivindicar.
—Y ya que estamos de huelgas y sindicatos, ¿cuál es su valoración del pasado 29-S?
—Mire, la huelga general tiene una razón de ser. En este caso se capitalizaba en la reforma laboral. Pero tengo la sensación de que ni los sindicatos querían que fuera un éxito absoluto ni el Gobierno quería que fuera un fracaso absoluto. Y después de este trance, lo más seguro es que no va a pasar absolutamente nada.
—Entonces, ¿debemos quedarnos con la idea de que esta reforma es un error?
—Yo soy partidario de que no se hagan las reformas cuando hay crisis, que es al final lo que siempre se hace. Lo ideal es plasmarla en frío, cuando va bien la economía. Y en este caso, se va hacia un documento que va a perjudicar nuevamente a los trabajadores.
—Cambiando de tercio hacia algo más trivial, ¿es cierto que es usted presidente del Club de Tenis de Gran Canaria?
—Pues sí. Hace apenas un mes que llevo al frente de la institución y lo asumo con la ilusión de revitalizar un deporte que en la isla ha dado grandes promesas en el pasado.
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