La reflexividad-impulsividad es una dimensión bipolar que va desde la reflexión a la impulsividad y que se observa a la hora de solucionar problemas con incertidumbre. El niño impulsivo tiene tendencia a analizar la información del problema de manera global y desorganizada, dando respuestas sin estar seguro, mientras que el niño reflexivo es detallista y estructurado, y suele comprobar sus contestaciones.
La impulsividad no es un rasgo de personalidad del niño. Se trata de un estilo de responder ante determinadas situaciones. Los niños impulsivos tienen algunas dificultades asociadas:
* Les resulta difícil mantener la atención durante mucho tiempo. Sienten la necesidad de contestar rápidamente.
* Cometen más errores en las pruebas de memoria.
* No verifican sus respuestas antes de contestar. Les cuesta inhibir su primera respuesta.
* Les resulta difícil demorar las gratificaciones.
¿Qué podemos hacer para disminuir la impulsividad?
1. Utilizar el refuerzo positivo. Elogiar sistemáticamente al niño cuando actúe de forma reflexiva.
2. Utilizar el modelado, de forma que el niño aprenda las consecuencias de sus acciones sin necesidad de experimentarlas.
3. Enseñar al niño a utilizar correctamente las estrategias cognitivas que nos permiten hacer un buen uso de nuestros procesos (atención, memoria, etc.).
4. Entrenamiento en autoinstrucciones. Las autoinstrucciones son los pensamientos que pasan por nuestra cabeza cuando hacemos algo y que nos sirven para guiar y regular nuestra conducta. El entrenamiento consiste en ir pasando del modelado por parte del entrenador a la realización en silencio por parte del alumno. El instructor realiza una acción hablando en voz alta sobre cada paso que da, mientras los niños observan. Después, éstos lo imitan con una guía. Posteriormente, van dándose autoinstrucciones en voz alta, para finalmente, pasar a hacerlo de forma encubierta.
5. Entrenamiento en resolución de problemas. Debemos enseñar a los niños las cinco fases en la resolución de problemas diferenciadas por sus autores, D’Zurilla y Nezu:
a) Orientación hacia el problema. Se trata de estar motivado para percibir que hay un problema que debe ser solucionado.
b) Definición y formulación del problema. Habilidad para definir de forma concreta el problema.
c) Generación de alternativas de solución. Consiste en que el niño genere todas las posibles soluciones que se le puedan ocurrir, por muy disparatadas que sean.
d) Toma de decisiones. Se evalúan las consecuencias de las alternativas de solución y se barajan pros y contras.
e) Puesta en práctica de la solución y verificación. Comprobar si hemos conseguido los resultados esperados.
La impulsividad en los niños puede acarrear importantes problemas tanto en el ámbito familiar como en el escolar. Por ello, es importante comenzar la intervención de forma temprana y ayudar a los niños a adoptar un estilo de pensamiento más reflexivo para evitar problemas.
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