Uno de los grandes éxitos de las cosas consiste en hacerlas por las razones correctas. ¿Ejemplo? Un matrimonio: cuando dos personas se casan porque se aman y quieren pasar el resto de sus días juntos es la razón correcta de un matrimonio. Todas las demás pueden o no funcionar, pero no son las razones adecuadas.Lo mismo pasa con la frugalidad. Ser frugal y ahorrador por que se “es pobre” o porque “no hay de otra” definitivamente no son las razones correctas. Y lo que sucede es que tarde o temprano uno abandona. No importa que tan buena idea sea el ser frugal, lo abandonaremos.
La cosa es querer ser frugal porque quieres, porque se antoja, porque puede ser un buen reto, porque es algo que nunca has sido y quieres ver que tal te va, porque quieres enseñarles a tus hijos un patrón diferente del que tu tuviste. Todas esas son buenas razones para empezar a cambiar tus hábitos de compra. Todo esto es independientemente del hecho de que te haga falta. Puede hacernos falta el ser frugal, pero no debe ser la única razón.
No te sientas obligado y no obligues nunca a nadie. Tómalo como un reto, como algo que puedes hacer en algunas partes de tu vida. No tiene que ser en todo. Nada es absoluto. Prueba, intenta, diviértete y aprende de tu experiencia. Ese es el camino más bonito hacia cualquier cambio.
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