martes, 17 de mayo de 2011

¡Yo si quiero un poco de adversidad!

Por naturaleza los seres humanos nos alejamos del dolor y tratamos de dirigirnos hacia el placer. Cuando la adversidad llega, surge el mismo instinto. Los padres quieren proteger a sus hijos de las adversidades naturales de la vida.

El dolor tiene una función importante: alertarnos de que algo anda mal. Las personas que físicamente no pueden sentir dolor están en riesgos muy graves! (me atrevería a decir que las que no pueden sentir dolor emocional, también).

Con la adversidad pasa algo similar. Nos da prespectiva, nos proporciona retos (a veces hasta metas) pero sobre todo, nos hace hacer cosas increíbles que no sabíamos que podíamos.
He conocido hijos de personas adineradas que realmente tuvieron muchas cosas fáciles, sin una gotita de adversidad, y son unos papanatas. Simplemente, no han logrado nada en su vida profesional. También he conocido hijos de gente clase media así, no crean que solo es de personas adineradas!. Los problemas y fracasos son los que nos enseñan. Son buenos maestros aunque no nos caigan bien.
Todos hemos tenido adversidad económica. De una u otra manera, en mayor o en menor medida, y hemos aprendido a odiarla, a quejarnos de ella, a huirle como a la Peste.
Con el tiempo, me he dado cuenta de que sin esas gotitas de adversidad realmente estamos perdidos. Es verdad que en ocasiones es una inundación (no solo gotitas), pero aún así, estamos diseñados para salir de ella más fuertes si aprendemos a valorar lo que la adversidad nos enseña. Si tomamos nuestra energía para salir adelante y el aprendizaje para no volver a caer en el mismo sitio.

Una cosa que sucede muy a menudo cuando personas terminan su primer carrera (desde 5k), medio maratón, maratón, triatlón, ironman y por supuesto, ultramaratón es que ¡mientan madres! “no vuelvo a hacer esto” “fue una locura” “no se que estaba pensando”. Pero todos regresan. Hacen su segunda 5k, o del medio maratón se van a los 42k (¿quién creen que inventó el ultramaratón? un cuate al que los 42 kilómetros le quedaron chicos!!) etc. He oído tantas historias de esto que es impresionante.
¿Qué hace que todas esas personas regresen al martirio? La satisfacción de haber logrado lo que parecía muy difícil o imposible.
Vencer ese tipo de adversidad se hace vicio porque la satisfacción es enorme.

Les propongo ver la adversidad económica como si fuera un maratón. Van a cruzar la meta aunque parezca que desfallecerán a la mitad. Si se entrenan con constancia (hacer un presupuesto, gastar menos de lo que ganan, planear las compras y gustos, acabar con las deudas, comprar inteligentemente, etc.), les prometo que llegarán mentando madres también, pero cruzarán la meta y nunca, nunca volverán a ser “una bolsa de papas de sofá sedentarios” en su vida financiera.

Más información visítanos en http://www.trabajoperuano.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario