Ser un profesional que confía en sus recursos es fundamental y lograr tomar decisiones certeras previamente analizadas, nos lleva a ganarnos la confianza, no solo de quienes nos reportan, sino de pares e incluso de nuestros jefes. Pero, ¿hasta qué punto esto se convierte en una cualidad o un defecto?. Mónica García, principal de Transearch Perú opina sobre el tema.Siempre escucho a muchos ejecutivos mencionar que cuanto más buenos son, más trabajo tienen, y en consecuencia, terminan llenándose de responsabilidades. Asumen además de sus funciones, posiciones de mentores, dirimentes o consultores de varias áreas. En muchas empresas, no solo familiares, el exceso de confianza se pone en ellos, hace que algunos jefes lleguen a experimentar una dependencia que puede llegar a niveles emocionales.
Existen jefes que aún teniendo plena capacidad para asumir decisiones propias, dejan de hacerlo buscando la excesiva aprobación de esos ejecutivos en quienes confían.
Cuando se llega a esos extremos, los jefes incluso pueden llegar a tener dificultades para tomar decisiones diarias sin antes tener una cantidad excesiva de consejos; en ese caso se cae en la dificultad de iniciar proyectos, con lo que, además, las grandes ideas se quedan en el tintero.
Si esto es algo que te ocurre, es importante considerar que este tipo de situaciones son consecuencia de la relación de dos personas (de quienes dependen y de quienes permiten que esto ocurra).
En este caso es necesario desarrollar como líderes, la suficiente asertividad para expresar lo que no está funcionando, para no cargarnos de actividades innecesarias y, sobre todo, para lograr ese adecuado balance entre ser apoyo y encontrarlo también en nuestros jefes y pares.
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