jueves, 25 de noviembre de 2010

Que el desempleo no acabe con usted

El paro de larga duración no sólo supone un problema de naturaleza económica, sino que puede producir daños graves en la salud mental del afectado.

Son las grandes víctimas nacionales de la crisis económica, aunque oficialmente sólo representen un número en la estadística y algún que otro quebradero de cabeza para las administraciones públicas. El ejército de desempleados, que suma ya más de 4,32 millones de personas entre sus filas –de acuerdo con la última Encuesta de Población Activa (EPD)–, muestra su cara más dramática en los parados de larga duración, aquellos que llevan más de un año buscando sin éxito un empleo.

En concreto, según estimaciones de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (Agett), este colectivo se ha incrementado en más de un millón de personas desde el tercer trimestre del año 2007 o, dicho de otro modo, el desempleo estructural ha aumentado en casi un 300% desde el comienzo de la crisis. "El paro de larga duración, que ya afecta al 34,5% de los profesionales sin empleo, preocupa no sólo por el coste que supone sobre las cuentas públicas, sino porque acrecienta la falta de empleabilidad del trabajador afectado e incrementa el riesgo de que quede desasistido por las prestaciones contributivas y asistenciales", explica Francisco Aranda, presidente de la patronal de las ETT.

Esta amenaza de estancamiento profesional durante un período de tiempo indeterminado, sin empleo ni fuentes de ingresos, concede poca esperanza a este tipo de parados, cuya incertidumbre laboral en muchos casos implica efectos nocivos para su equilibrio emocional y el de su entorno más cercano. Por ejemplo, según datos aportados por la firma de gestión de riesgos psicosociales Pysa Asistencia, uno de cada cuatro trabajadores españoles sufre estrés laboral provocado por la pérdida del puesto de trabajo o por el temor a perderlo, y 18 millones de europeos padecen síntomas físicos causados por este trastorno, lo que supone un coste de 2 millones de euros a los gobiernos comunitarios.

María Teresa García Menéndez, directora de operaciones de Pysa Asistencia, indica que el desempleado afronta una pérdida de rol individual, social y profesional, así como disponibilidad de tiempo absoluta, ausencia de obligaciones laborales y una disminución de sus ingresos. "Cuando esta situación se prolonga en el tiempo, se perpetúan sus sentimientos de impotencia, indefensión e inseguridad, el parado sufre insomnio y alteraciones del apetito y tiene la sensación de que pierde el control de su vida personal, económica y social", abunda.

Francisco Alonso-Fernández, catedrático emérito de Psiquiatría y Psicología Médica de la Universidad Complutense, diferencia entre dos tipos de parados: el primario –que nunca ha trabajado y en el que, por ejemplo, sitúa a los jóvenes– y el secundario, que es el que realmente ha perdido un empleo. "En el primer caso, la principal consecuencia del desempleo es que detiene el desarrollo de la personalidad del individuo, lo que se traduce en trastornos de la conducta y en comportamientos violentos. En el segundo caso, el desempleado experimenta una tendencia a la soledad y a la evasión que, con frecuencia, desencadena fricciones en su entorno familiar", explica.

Esta evasión suele desarrollarse a través de adicciones a sustancias como el alcohol –en países como Noruega, casi el 90% de los casos de alcoholismo se inician durante un período de desempleo– o las drogas –en el 70% de los casos, el consumo de cocaína es causado por tensiones relacionadas con el trabajo o con la ausencia del mismo–. "Esto deriva en un incremento de la conflictividad y en la disminución de la autoestima y de la seguridad del afectado", señala María Jesús Álava Reyes, directora de Álava Reyes Consultores y Apertia-Consulting, quien añade que las consultas que recibe relacionadas con la falta de trabajo han aumentado en un 20% desde junio de 2008. "No obstante –explica–, cada vez son más los desempleados que actúan de forma proactiva y solicitan el apoyo de psicólogos para que les enseñen cómo afrontar adecuadamente una entrevista laboral, sobre todo en el caso de mandos intermedios". En esta línea, Francisco Aranda apunta que es necesario poner a disposición de este colectivo ciertos itinerarios personalizados de formación y búsqueda de empleo: "El reciclaje profesional es clave para que el desempleo no se enquiste en duraciones superiores a un año".

En todo caso, la superación de la situación de paro depende en gran medida de la actitud del afectado. Por eso Francisco Alonso-Fernández recomienda que, por ejemplo, el desempleado mantenga ciertas rutinas, como el horario que tenía antes de perder su trabajo, y que sustituya su anterior empleo por actividades formativas que le ayuden a mejorar su empleabilidad: "El objetivo es mantenerse en pie de lucha y conseguir salir fortalecido de la adversidad".

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